Wednesday, January 16, 2008

THIS HOUSE IS NOT FOR SALE (RYAN ADAMS)

Después de escuchar esta canción, pensé en un cuento de Cortázar y salió este relato:

CASA TOMADA
A Julio Cortázar y Ryan Adams

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Nos habituamos tanto que entramos a los cuarenta años y seguíamos viviendo en ella y nadie se daba cuenta. Venían algunos hombres a sacar los muebles de la casa, pasaban a nuestro lado y no nos decían nada. Irene se ponía muy triste, se acurrucaba en mis faldas y me pedía que les dijera que la casa no estaba en venta. Yo acariciaba su pelo y le pedía que se calmara.

La casa se fue vaciando de muebles. Los primeros días nos pareció penoso. Tratábamos de recordar cuándo había pasado la casa a posesión de nuestra familia. Yo bailaba solo por el piso de madera y ella hacía como que firmaba los papeles de la compra. A partir de ahora sería sólo nuestra.

Cuando Irene soñaba en voz alta yo me desvelaba enseguida. Ella me preguntaba qué había pasado en el auto aquella noche. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. ¿Qué pasó en el auto aquella noche? No lo sé, no recuerdo nada. Por favor, diles que la casa no está en venta. Yo la abrazaba y le pedía que se calmara. Cálmate, cálmate, cálmate.

Cuando volvían las parejas jóvenes y las familias y paseaban por el zaguán con mayólica y el comedor, la sala con gobelinos, la biblioteca y los tres dormitorios grandes que quedaban en la parte más retirada, la que miraba hacia Rodríguez Peña, y por el pasillo con su maciza puerta de roble, Irene me insistía que les dijera que la casa no estaba en venta. Yo la besaba y le decía, sonriendo, travieso, que podíamos disfrazarnos con unas sábanas y asustarlos. Después nos echábamos en el piso de nuestro dormitorio y ella, mi amor, rodeaba con su brazo mi cintura y besaba mi alma. Yo le pedía que se calmara y luego salíamos a la calle. Nos tentaba irnos, cerrar bien la puerta de entrada y tirar la llave a la alcantarilla. Pero no podíamos. Y volvíamos y les gritábamos a todos que se fueran, que no tomaran la casa, que no estaba en venta. No nos hacían caso, pobres diablos. Y ella lloraba y yo le pedía que se calmara.

5 Comments:

At 8:10 AM , Blogger CARLA BADILLO CORONADO said...

Edmundo:

Este relato grafica bien la canción de Adams (o debería decirlo al revés)...de todas formas, siempre que escucho esta canción es como si todo me quedara grande y sólo escuchase el eco de la voz de ryan, sin muebles, y sin rodilla para apoyar mi cabeza.

Otra canción que me deja una especie de eco interno es "Me enseñé a mi mismo cómo envejecer". En fin, siempre visito su espacio, aunque es la primera vez que dejo mi huella. Ah! ayer releía Dochera en una de mis ya frecuentes noches de insomnio, gracias por escribirlo.

Bueno, ya que he pasado por aquí lo menos que puedo hacer es invitarlo a mi 'tierra', aunque no sepa ni interese saber quien soy.

Un abrazo desde la mitad del mundo.
Carla

 
At 9:25 AM , Anonymous Anonymous said...

no he escuchado la canción de Adams, por eso creo que el cuento es más bueno de lo que podrías estar pensando. Sus links con el cuento de Cortázar son diáfanos además, y eso lo hace en cierto modo más atractivo.
Me gusta la forma en que tomas la historia, la sugerente indeterminación del final (¿se convierten en fantasmas o enloquecen?. Ahora que releo a Henry James, parece escrito por él, si hubiera hecho microrrelato y viviera hoy. Excelente, lo puedo reproducir en mi blog?

 
At 12:20 PM , Blogger Mike Wilson said...

notable. reformulas los eventos, pero permanece la distribución espacial de la casa y la onda incestuosa entre los hermanos. tiene un aire cool creepy. me alegro que vayan apareciendo cuentos en tu blog.
un abrazo

 
At 3:32 PM , Blogger Edmundo Paz Soldán said...

Víctor, el elogio es excesivo pero te agradezco, por supuesto que lo puedes reproducir en tu blog. Gracias Mike. Y a ti también Carla, algún día visitaré Ecuador, suerte con los insomnios...abrazos

 
At 4:09 PM , Blogger Nestor Luis Bermúdez said...

Para mí, honestamente y con todo el respeto que se merece, lo único rescatable del relato, que se parece demasiado a la película de Los Otros, de Alejandro Amenábar, es esta frase, hermosa por demás, "Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta."

El resto, poco y nada. Perdoneme ud, de nuevo, la franqueza.

 

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