Saturday, August 26, 2006


ANTES DE BOND: EL MABUSE DE FRITZ LANG

El director austriaco-norteamericano Fritz Lang es uno de los grandes del cine del siglo XX gracias sobre todo a dos de sus películas tempranas: Metrópolis (1927) y M. (1931). La restauración de Dr. Mabuse, el jugador (1922), llevada a cabo por Friedrich-Wilhelm-Murnau-Stiftung, y que Kino Video acaba de presentar, añade una tercera obra maestra al corpus de Lang, y solidifica su estatus como uno de esos artistas de otra época que hoy son nuestros indiscutidos contemporáneos.
Dr. Mabuse lleva al extremo todos los recursos artísticos y técnicos a disposición del cine mudo: es a la vez entretenimiento y cine serio, cultura alta y cultura popular. La película dura cuatro horas y media y originalmente fue presentada en dos partes: El gran jugador, e Infierno. No es fácil ver una película tan larga, y menos si es muda; uno no está acostumbrado a los ojos desorbitados de los actores –las caras debían ser muy expresivas--, a la palidez cadavérica propiciada por la necesidad de un maquillaje que hiciera resaltar el contraste del blanco con el negro, a la continua interrupción del fluir narrativo debida a las frases que pronunciaban los personajes y que tenían que leerse en la pantalla. Aun así, resulta sencillo apreciar el logro de Lang en Dr. Mabuse.
Dr. Mabuse captura su época como pocas películas lo han hecho. Para la república de Weimar, los años de la postguerra que van de 1918 a 1924 se caracterizan por los excesos, por la pulsión de vida después de tanta destrucción, y por una visión cínica y decadentista que se entrega al ethos del carpe diem a través de las drogas, el alcohol y el juego. La primera frase que se lee en la película marca el tono a seguir: “¡Otra vez has tomado cocaína, Spoerri!”. Otras frases representativas: “Estamos aburridos y cansados, necesitamos sensaciones extremas para mantenernos vivos”; “Necesito vivir, el aliento fuerte de lo desconocido”; cuando un hombre ingresa a un salón de juego clandestino, se le pregunta: “¿Cocaína, o cartas?”
En ese contexto emerge el Dr. Mabuse, interpretado por Rudolf Klein-Rogge, uno de los grandes actores del cine mudo (más conocido por su papel en Metrópolis como el científico loco Rotwang). Mabuse es un super-villano, un criminal capaz de disfrazarse y aparecer en todas partes, un hombre que juega tanto con las cartas como con los seres humanos. Gracias a sus poderes mentales, puede hipnotizar y hacer que otras personas hagan su voluntad; así, es capaz de manipular la bolsa y los salones de juego. La película, básicamente, es un policial, en la que el detective trata de capturar al criminal (hubo luego una decena de películas con Mabuse como personaje central, dos de ellas dirigidas por el mismo Lang: El testamento del Dr. Mabuse (1932) y Los mil ojos del Dr. Mabuse (1960); ninguna se acerca a la calidad del primer Mabuse).
Como lo señalan las notas de Kino Video, Mabuse es el prototipo del super-villano que luego la serie de James Bond llevará hasta el ridículo y la parodia. Al Mabuse de Lang hay que tomarlo en serio: él es la encarnación del super-hombre nietzscheano, un hombre de excesos dispuesto a todo –a la destrucción, al asesinato-- por la voluntad de poder. Algunos críticos, como Andrew Sarris, han entendido a Mabuse como un precursor de Hitler: “Si Hitler no hubiera existido, Fritz Lang lo habría inventado en la pantalla”. Lang siempre negó la conexión entre Mabuse y Hitler, aunque es claro que el guión de la película, escrito por él y su esposa Thea von Harbou a partir de una novela de Norbert Jacques, muestra de manera contundente la atmósfera en la Alemania de los años veinte que permitirá la aparición del nazismo y el ascenso de Hitler (aunque la película transcurre en Berlin, la novela está situada en Munich, ciudad donde nace el partido nacionalsocialista).
Como personaje, Mabuse es un compendio de otros grandes arquetipos cinematográficos del período. En él se encuentran ecos del anarquismo de Fantomás, del poder demónico de Nosferatu y la locura de Caligari. Aunque Lang es conocido como un director de cine expresionista, el Dr. Mabuse tiene más bien una estética realista. El uso de las luces, sin embargo, es típico del cine expresionista alemán, al igual que algunos temas: el del doble, por ejemplo, que aquí aparece multiplicado, en la capacidad que tiene Mabuse para disfrazarse y pasar desapercibido (Lang sugiere que el mal absoluto está en todas partes y es capaz de adoptar una variedad de formas), o el de la pérdida de voluntad, a través de los poderes hipnóticos de Mabuse.
Fritz Lang nació en Viena en 1890. Quizo ser pintor, pero la primera guerra mundial lo llevó al frente de batalla. Después de la guerra comenzó a escribir guiones y se fue a vivir a Berlin. Debutó como director en 1919. Aunque no era judío, el ascenso de los nazis al poder en 1933 lo llevó a escapar de Alemania. Fue contratado por la Metro Goldwyn Mayer e hizo películas en Hollywood durante los próximos veinte años. Durante los años cincuenta, la crítica francesa de Cahiers du Cinéma lo descubrió y lo puso entre los grandes, junto a Howard Hawks y Hitchcock. El consenso crítico señala que el período norteamericano de Lang no produjo obras de calidad al nivel del período alemán; con todo, se le reconoce su gran contribución al desarrollo de la temática y la estética del film noir.
Fritz Lang falleció en Beverly Hills en agosto de 1976. La versión restaurada del Dr. Mabuse muestra que, a treinta años de su muerte, todavía es capaz de sorprendernos. Quienes se han quedado con Metrópolis y M. deberían darse una vuelta por los territorios de Mabuse. Verán allí a un director en plenitud, capaz de mostrar en una misma película la grandeza y los límites del cine mudo, y anunciar el cine que vendrá.